Hace pocos días, Sergio Berni, el exministro de seguridad de Kicillof, participó del prime time de LN+. El ahora senador por la PBA es el que montaba helicópteros con la esperanza de que nos recordara la escena de Apocalipsis Now y no a Francella en Brigada Cola trompeado por unos colectiveros. Es el que antes era secretario de seguridad de CFK y resultó en uno de los imputados por haber modificado la escena del crimen de Nisman. El acólito. “Mi única jefa es Cristina”.
Digresión aparte, su aparición en LN+ prueba que sabe de oportunismo; el senador acompaña (solo para el momento televisivo) las iniciativas libertarias que permitieron controlar al narco en Rosario y se despacha contra el uso de los celulares en las prisiones federales; práctica de lo más difundida durante los cuatro años de Fernández-Fernández. Así y todo, cae parado; o al menos da esa sensación. Luego, se le anima a uno de los comentarios asertivos más falaces de la historia de la pantalla chica: “Ningún homicidio que se comete en la Provincia de Buenos Aires queda impune”. Y aunque no resiste el mínimo análisis, en el personaje Berni pasa sin mayor alboroto. O cuando pretende teorizar con: “El delito es un fenómeno multiagencial y multidisciplinario”, como si con eso respondiera por qué los delincuentes se mueven con tanta libertad en el conurbano. Incluso se anima a acusar de reduccionistas a quienes cuestionan la falta de móviles policiales. Pero no es reduccionismo cuando hace publicidad de los patrulleros que el gobierno de PBA habría mandado a Rosario para reforzar la seguridad.
Una pena que ninguno de los periodistas del piso se animó a la pregunta justa: en qué consintieron las más de treinta comunicaciones que cursó con CFK el día de la muerte de Nisman. Qué puede ampliar sobre su procesamiento en la causa que investiga la adulteración de la escena del crimen del fiscal de la AMIA. Ahora se comprende mejor la devoción hacia la expresidenta condenada a 6 años de prisión… Comparten verdades inconfesables.
Berni es la evidencia más tangible de la inacción y la desidia del kirchnerismo hacia el delito en sus múltiples formas. Es más que cuidar el nicho. Es un rasgo definitorio. Individuos que han delinquido de maneras que no imaginamos, difícilmente van a combatir su propio oficio y su modo de vida.
Por: Esteban Fernández
