Análisis político: la Provincia no se compra
“El próximo miércoles llenemos la Plaza de Mayo y celebremos este triunfo como corresponde”, le gritó Alberto a la militancia luego de que se conociera la derrota del oficialismo a escala país por más de 8 puntos (42,26% vs 33,74% del FDT). Antes de eso, alrededor de las 22hs, apareció un video grabado (algo inédito e inexplicable dado el contexto eleccionario) en el que Fernández insistía con la estrategia de culpar a terceros: la pandemia, Macri, el FMI, pero del proceso eleccionario, del mensaje de rechazo de las urnas hacia su gestión dominada por la vice, ni una palabra. Eso sí, anunció que para diciembre mandaría un plan económico plurianual al Congreso para que la nueva conformación parlamentaria lo debatiera. Un poco tarde, máxime de parte del presidente que se jactaba de gobernar sin una hoja de ruta. O peor aún, aseguraba que el presupuesto anual era el plan.
Axel, el otro sepultado de la jornada, también se mostró esquivo a reconocer su propia hecatombe. “Estamos tremendamente contentos. Hoy es una noche de alegría y de amor (intentó sin éxito el arrebato emocional)”. Y recalcó que el FDT había hecho “una gran elección en la Provincia de Buenos Aires”. De seguro, no se refería a los 14 puntos de caudal que se le escurrió desde 2019 hasta la fecha (52% vs 38% del último domingo). Claro, hace dos años se jugaban las presidenciales, y esta fue una elección de medio término; pero, así y todo, la baja en el gusto popular (hacia la variante kirchnerista) se notó ostensiblemente. Incluso en municipios como La Matanza y Lomas de Zamora donde usualmente triunfaban con el 65% del padrón a favor, ahora bajaron al 48% y 47% respectivamente. Esto significa que el clientelismo y la prebenda que siempre les funcionó, ya comenzó a resquebrajarse; corrección: lo viene haciendo hace tiempo. En 2015 desembarcó la primera gobernadora no peronista de la PBA; ayer, al igual que en el 2017, volvieron a caer en su bastión. Es cierto, la diferencia fue mucho menor de lo que se esperaba y de lo que este redactor había pronosticado. No se dio la perforación del piso del 30%. Sin embargo, a nivel país estuvieron cerca de tocar fondo con 33,74%. El kirchnerismo va en camino de convertirse en un partido del conurbano, y ni siquiera ahí pudo salir triunfador. La Provincia no se compra. Los sectores vulnerados, los que se cayeron del escalafón social, los changarines, y las familias, que vieron cómo el narco volvía a copar la parada y los chicos quedaban sin escuela durante más de un año, dejaron de lado el mero transcurrir que les tocó en suerte, se volvieron conscientes de su situación histórica. Es solo cuestión de tiempo para que los lazos espurios entre la pobreza y el kirchnerismo se corten para bien. No ocurrió en el 2021. Quizás, la vencida sea en las próximas presidenciales.
Por lo pronto, el sentir del oficialismo, lejos de haber oído las urnas, se muestra resentido, mal perdedor y negacionista como es su costumbre. Basta decir, para justificar la adjetivación anterior, que ninguno de los oradores/mariscales de la derrota del FDT (Tolosa Paz, Kicillof, Massa y Fernández) tuvo la honorabilidad de felicitar al partido ganador. Eso nos da la pauta de para quiénes gobernarán, a quiénes prestarán atención.
Tal vez, la imagen que mejor ilustre la farsa del festejo oficialista sea la de Massa, con la boca seca, la cara de granito y su impostura, celebrando la nimiedad de ser la primera minoría en Diputados. A propósito, el presidente de la Cámara Baja, alias dos caras Sergio, también cayó en Tigre.
Por: Esteban Fernández