Análisis: sensibilidad periodística (parte 3)

Para mediados de noviembre 2021 la fuerza política de Milei festejaba el tercer puesto en CABA en las elecciones de medio término. Se había alzado con el 17% de los votos por detrás de la variante K y el oficialista JxC. Sobre ese impensado y meteórico ascenso el propio libertario resumía: “Lo que hemos logrado en el día de hoy es una verdadera gesta histórica. Cuando arrancamos decían que los liberales éramos simpáticos, pero que no juntábamos votos. Después dijeron que no podíamos pasar el piso de las PASO. Después, que íbamos a perder contra el voto en blanco. Después, que no le podíamos ganar a la izquierda. Decían que era imposible que llegáramos a una banca, y que orillar el 10% era imposible. Hoy hemos logrado un histórico 17%”.
Menos de dos años después, agosto 2023, Milei obtenía el 30% en las PASO y se convertía en el candidato a presidente más votado. En ese punto, la prensa cayó verdaderamente en la cuenta de que el economista era un serio aspirante a la quinta de Olivos, pero no tan serio como para imponerse en el último sprint. O al menos, ese era el pronóstico. Y más lo creyeron cuando Massa ganó la primera vuelta con el 36%. Periodistas de reputación variopinta como Longobardi presagiaron el triunfo del oficialista: “La dinámica de los acontecimientos proyecta a Massa a la presidencia”. Fontevecchia, con su granítica expresión, instó a: “Votar a favor de la democracia: que es hacerlo por Sergio Massa”.
Claramente, el dueño de Editorial Perfil no estaba suficientemente aterrorizado con el que ya era considerado el peor gobierno de la historia. A Jorge Fontevecchia le interesaba la publicidad oficial y que el dólar, luego del sinceramiento que Massa o Larreta planeaban ejecutar, anduviese por los tres mil pesos. Ese era el plan. El acuerdo con los medios masivos significaba pauta a discreción y que mantuvieran el optimismo informativo de cara al dólar a tres mil. Quién ganaba. El statu quo. Claramente, el país tampoco iba a salir adelante con esa mega devaluación, pero los candidatos del establishment ya no estaban para pequeñeces. Eran ellos o ellos. Un coletazo de ese dólar que nunca llegó a ocurrir se vislumbra cuando la prensa, todavía resentida por aquel trato espurio, foguea el “atraso” cambiario. De nuevo, a quién le conviene que suba la cotización. Una ayuda: no es al grueso de los argentinos.
La coyuntura muestra a un presidente que en menos de un año de gestión ya salió airoso de destinos preanunciados: el default, la hiper y de males que parecían endémicos: la inflación, las corridas cambiarias, el gasto público, la emisión desquiciada y la batalla cultural. Esos logros no hacen más que realzar la ineptitud y malicia de las administraciones pasadas, especialmente el cuarto gobierno K. Hoy sabemos que no existía intención de torcer el rumbo hiperinflacionario. Nunca tuvieron vocación por el bien común. Sus socios, los del monopolio de la palabra y las viejas imprentas, tomaron partido bien temprano. Son los que levantan notas sobre el PJ en manos de una condenada a prisión y desesperan por adelantar escenarios electorales en los que CFK se postula, metafóricamente, contra el presidente. Incluso barajan mediciones de imagen que reflejan la nada total.
No pueden dejar el baile ni cambiar de bando.
Por: Esteban Fernández