Temor en San Isidro. Un asalto comando y varios robos perturban a los vecinos de Las Lomas y La Horqueta

Ladrones encañonaron en su casa de Las Lomas a una mujer y a su hija, delante de sus nietos; los vecinos denuncian que sufren a diario arrebatos y comparten información en grupos de chat
Mónica preparaba el desayuno en la cocina de su casa. Eran las 8.50. De pronto entró en shock: la sorprendieron por detrás y le apoyaron un arma de fuego en la sien. “¡No te muevas, no hables!”, le ordenó uno de los intrusos. En lo primero que pensó fue en sus nietos, de 9 y 7 años, que se habían quedado a pasar la noche. Era el comienzo de una pesadilla.
Temía lo peor, y solo esperaba que no les hicieran daño. Pero los asaltantes debieron abortar su plan criminal tras el acto de arrojo de Lola, hija de Mónica. A pesar de que le apuntaban con un arma, no dudó y corrió hacia la calle para pedir auxilio.
No fue fácil: en cuanto llegó a la vereda fue reducida por uno de los dos integrantes de la banda que se habían quedado en la puerta como “campana”, que la corrió, la “tackleó” y le puso un arma en la cabeza. Pero ella gritó, logró zafar y, asistida por vecinos que paseaban el perro, pudo llamar al 911. Ante tamaña reacción, los ladrones salieron de la casa a toda la velocidad en una camioneta, que luego abandonaron en la villa La Cava.
“Cuando salí del baño tardé unos segundos en entender qué pasaba. A mi mamá la amenazaban con un arma en la cabeza, un ladrón con peluca rubia. Me apuntaron y me ordenaron que me sentara. Pero en todo momento pensaba ‘tengo que salir para poder llamar a la policía’, quería salvar a mi familia”, contó a LA NACION Lola, de 39 años.
El grave hecho ocurrió el martes pasado, en una casa de Las Lomas de San Isidro. Mónica es la esposa de Guillermo Manoukian, hermano de Ricardo, una de las víctimas del temible clan Puccio, que secuestró y asesinó a amigos y conocidos tras tenerlos cautivos en una casa del casco histórico de San Isidro.
En Las Lomas o en La Horqueta, los vecinos no dejan de experimentar el temor por la inseguridad que los acecha cuando salen a las calles de sus barrios y que se cuela en las conversaciones cotidianas.
Desde el municipio de San Isidro afirmaron a LA NACION que la lucha contra la inseguridad es una de sus prioridades, y aunque las estadísticas marcan un descenso en cuanto a delitos graves, admiten la preocupación por los arrebatos en La Horqueta. Esperan poder aumentar la efectividad de los patrullajes con el aumento de la tecnología aplicada a la prevención –en especial, la instalación de cámaras de videovigilancia y del Anillo Digital– y del número de efectivos asignados.
“Sabemos que la seguridad es la principal preocupación de los vecinos y por eso es el eje prioritario de nuestro trabajo. Estamos honrando nuestro compromiso: dijimos que nos íbamos a hacer cargo de la seguridad y lo estamos haciendo. Estamos reforzando las patrullas municipales con más agentes, más móviles, más equipamiento y más tecnología”, dijo el intendente de San Isidro, Ramón Lanús. Reforzó así que todos los cambios implementados “dieron resultado”. “Los números muestran que, en un contexto donde el delito crece en el conurbano, en San Isidro baja”, marcó.
No obstante, los grupos de chats de vecinos reciben a diario fotos, videos y mensajes que dan cuenta de nuevos hechos delictivos.
El hecho ocurrido el martes pasado a pocas cuadras de la avenida Diego Palma trajo a la memoria de los vecinos de Las Lomas el asesinato del empresario Jorge Enrique De Marco, muerto durante un robo en su casa en un crimen atribuido por la policía y por la Justicia a la peligrosa “Banda del Millón”.
La investigación del intento de robo en la vivienda de los Manoukian quedó a cargo de la fiscal de San Isidro Cecilia Chaieb.
“Se está trabajando para intentar identificar a los delincuentes. En principio habrían sido tres los asaltantes que ingresaron en la casa de las víctimas. Dos más se quedaron afuera esperando a sus cómplices. Se está investigando si fue un golpe al voleo. La camioneta utilizada por los ladrones tenía pedido de secuestro por robo”, sostuvieron fuentes que participan de la pesquisa.
Mónica, de 64 años, recuerda que, en cuanto sintió el frío del arma en la cabeza, lo primero que hizo fue pedir por sus nietos. Un delincuente entró con ellos en una de las habitaciones y les dijo: “Ustedes se quedan acá”.
Según pudo reconstruir LA NACION, a la noche, cuando la pesadilla había terminado, uno de los nietos le contó a su madre que escuchó a un ladrón decir “nos tenemos que apurar porque los nenes están nerviosos”.
Lola dijo que los ladrones tenían armas largas y no parecían menores. En medio de la conmoción, se pregunta por qué no dispararon cuando ella se escapó. Ella y su madre suponen que los ladrones saltaron el alto paredón de la propiedad desde el techo de la camioneta Toyota en la que llegaron.
No pueden entender que todo eso haya sucedido a plena luz del día, en una zona que tiene vigilancia privada. “O los delincuentes fueron muy osados o es una zona liberada”, coincidieron.
Ninguna de ellas puede olvidar al ladrón que amenazaba con un arma en la cabeza a Mónica: llevaba una peluca rubia, un sombrero y un par de lentes extraños, una mezcla de anteojos con antiparras.
Tras el frustrado robo, Manoukian se comunicó con el intendente de San Isidro, Ramón Lanús. Según las víctimas, les prometió que se iba a ocupar del tema de la seguridad en la zona y que invertirán dinero en nuevas cámaras de seguridad que serán instaladas a mitad de año.
“No eran ladrones jóvenes, eran grandes y sigilosos. No los escuché cuando entraron”, recordó Mónica, que confesó que, por el miedo a la inseguridad, está convirtiendo su casa en una suerte de “fortaleza”, con más cámaras de seguridad y vigilancia. Su hija afirmó: “Es una locura, no puede haber tanta impunidad”.
Un chat siempre activo
Lo mismo refieren los mensajes que, día tras día, circulan en un grupo de WhatsApp de vecinos de La Horqueta. “No puede ser lo que estamos viviendo. Todos los días avisan de un nuevo robo. Es desesperante”, contó a LA NACION Mariana, residente de la zona desde hace 17 años.
En este barrio sanisidrense, donde las casas se alinean sobre veredas arboladas, las historias de hurtos, arrebatos o asaltos se multiplican con la misma velocidad con la que se enciende el chat vecinal de WhatsApp al que bautizaron “El Nodo”, convertido en un espacio de catarsis donde se comparten fotos, videos y alertas para que nadie baje la guardia.
Entre las críticas de los vecinos, que aseguran estar en una de las zonas con mayor recaudación por ABL y otros impuestos, está la de falta de mantenimiento de “muchas luminarias que están quemadas” y que “no hay cámaras municipales” instaladas en todas las calles. Ponen especial énfasis, sobre aquellas con menor circulación.
“Buenos días! El domingo [12 de enero] por la madrugada le robaron la camioneta a nuestro vecino sobre la calle Antártida. Pasó varias veces un Bora gris que parece haber parado sobre Canalejas y ahí se bajaron dos muchachos que luego se llevaron la camioneta. ¿Alguno de ustedes tiene cámaras y puede mirar si ve algo?”, alertó esta semana un vecino por El Nodo.