Covid-19: El errático mail de la PBA
Como si la espera (sin fin) de la vacuna no fuese suficientemente angustiante y traumática, la gobernación de Kicillof envió el domingo 6 de junio un mail destinado a los vacunados con la primera dosis. En él dice que: “La campaña Buenos Aires vacunate avanza según lo planificado”. Primera mentira flagrante. Si así fuera, no estarían remitiendo una comunicación porque a miles de inoculados se les venció el lapso de 90 días (otra vez la promesa en vano) para recibir la segunda dosis. Al respecto, el oficialismo intenta adelantarse al problema en puerta. “Es muy importante que sepas que todas las vacunas tienen un tiempo mínimo entre dosis, pero no un tiempo máximo. Lo que hace el organismo es generar los anticuerpos con la primera dosis y con la subsiguiente, reforzarlos”. Segunda mentira oprobiosa. No existe evidencia científica que pueda expedirse sobre el tiempo de “inmunidad” que conlleva la vacunación. Y esto se debe sencillamente a que aún no se cumplieron los tiempos posteriores. En estados como Israel, que ya tienen a gran parte de su población con defensas Covid-19, no han transcurrido siquiera seis meses desde ese logro. Muchísimo menos puede Kicillof y su gabinete de trasnochados asumir que la inmunidad, con su mezquina primera dosis, tira para rato. Y para que no queden dudas, la comunicación oficial vuelve a perjurar que: “El efecto de la primera dosis no se pierde ni se corta. La primera dosis no se vence”. Lo cierto es que sí se vence. No se sabe cuándo. Pero pensémoslo con sentido común: ¿Para qué entonces un segundo inyectable? Para aumentar la dotación de soldados en el organismo y que batallen durante más TIEMPO. Pero como Kicillof no puede cumplir la palabra empeñada; ahora, serán más de noventa días (y a arreglarse).
A esta altura, la pregunta indicada sería: ¿demora el segundo turno porque no posee las partidas? ¿O es porque no quiere liberar las más de un millón y medio de botellitas que la PBA atesora sin repartir entre los municipios? De cualquier manera, lo que se pierde son vidas. Sin ir más lejos, dos días atrás, Kicillof festejaba en su cuenta de Twitter haber efectivizado, durante una jornada, algo más de 110.000 vacunas en sus postas camporistas de vacunación. Número que, si el gobernador no faltase enfermizamente a la verdad, debería avergonzarlo. Para que se sepa, hablamos de un territorio que debería inocular diariamente cuatro veces más de lo que hace. Quizás, la respuesta venga por el lado de los Centros de Salud provinciales que el delfín de CFK no utiliza porque prioriza sus vacunatorios de adoctrinamiento. Hablamos de casas sin ningún tipo de permiso sanitario, tomadas por fracciones K, en donde se inocula sin control de cadena de frío ni protocolos ciertos. Mientras tanto, los Centros de Salud, que anualmente llevan adelante el calendario de vacunación, miran pasar las vacunas que nunca recibirán.
Ahora, la frutilla podrida de esta torta de polenta. Además de desinformar y falsear contenidos, también cometieron el furcio de mandar el mail a miles de bonaerenses que ni siquiera recibieron la primera inyección; cuando claramente era un mensaje destinado a los que ya cursaron el primer turno. Si la PBA tuviese la sensibilidad y entendiera remotamente lo que dijimos al inicio de la nota: lo angustiante y traumático que significa la espera de la vacuna, no se manejaría desaprensivamente con las comunicaciones oficiales, no cometería yerros y falsedades irreparables.
Para los que siguen esperando al menos una mísera primera dosis, les queda el “consuelo” de que cuando se acerquen las elecciones y la derrota electoral del FDT se vuelva irrefrenable; recién ahí, Kicillof, en un manotazo de ahogado, liberará las medicinas incautadas y habrá anticuerpos para todos.
Demasiado tarde, demasiadas muertes evitables.
Por Esteban Fernández